Era el de anoche el cuarto de los seis conciertos programados en las Noches Icónicas del Colón y, sobreponiéndose a todo, Will lo solventó perfectamente encomendándose a la Santísima Trinidad de la bossa nova, Antonio Carlos Jobim, João Gilberto y Vinicius de Moraes sobre los que se fue moviendo en las diecisiete canciones de su repertorio, entre las que intercaló tres de su propia autoría: Emaranhado y Maquina do tempo, que son las que tiene publicadas en las plataformas de escucha, y una tan nueva que no he sido capaz de verificar si su título es realmente el que me pareció entender cuando la presentó aquí, Anil juvenil.

Para él no está hecha la palabra estilo, no hace justicia a su contexto musical, que no solo se mantiene en la bossa nova, sino que se mueve hacia la samba , el tropicalismo, el choro y hacia cualquier otro ritmo popular brasileño que se nos venga a la cabeza. La música de Will desafía esta actitud inmovilista. Lo suyo son las esencias, no las superficialidades; está más allá de las preocupaciones de estilo.